Al suroeste de la ya de por sí
hermosa isla de Tenerife, existe un especular y pintoresco lugar que recibe el
nombre de Adeje.
Adeje está rodeado de majestuosos y sombríos barrancos, que generan afiladas y profundas pendientes. Y, dominando todo el paisaje, se erige
el barranco más grandioso e imponente en su aspecto: el Barranco del Infierno;
el cual está rematado por una fascinante cascada y un gran monolito granítico.
Ese mágico lugar está, además, horadado por numerosas cuevas que antaño fueron
refugio de los guanches, los primeros moradores de las afortunadas islas.
No es de extrañar que, ante la
magnificencia del paisaje, Luis Salcedo, hijo de un juez extremeño
destinado en la capital chicharrera, necesitara dar respuesta al origen de
aquella increíble formación geológica. Y lo hizo creando la primigenia
"Leyenda del Barranco del Infierno", publicada por primera vez en
1932 en “La Prensa”, un diario de aquella época.
Hay quien dice que Salcedo mezcló
un relato que le contó un pastor con fantasías provenientes de su imaginación;
otras versiones dicen que “la leyenda fue ideada por completo por don Luis, sin
ningún tipo de base sobre la tradición oral de la zona, como sí ocurre con
otras leyendas aborígenes guanches prehispánicas”(1). Sea como fuere, lo cierto es
que el escritor era ajeno a la cultura canaria y aquel primer relato adolece de
algunas imprecisiones, tanto históricas como antroponímicas.
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La leyenda del Barranco del Infierno apareció por vez
primera en el Diario "La Prensa"
(Imagen original, blog de Octavio Rodríguez Delgado)
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Con ese fin, le preguntaron a
David Urbano, comunicador muy ligado a la difusión de la tradición y
del folklore de Adeje, cómo podían llegar a la mayor parte posible del público.
Él les sugirió crear un libro ilustrado y el resultado es esta nueva versión que
tengo ahora mismo entre mis manos y que es un absoluto goce para los sentidos.
Estéticamente, es un libro
bellísimo. La sugerente portada realizada sobre cartoné es solo un ejemplo de
la calidad de imagen que ofrece el interior. Dentro, algunas imágenes servirán
como pórtico de un marco narrativo que no aparece relatado y que habla de cómo
lo que es una excursión de escolares al Barranco del Infierno dará origen a que
uno de los niños tenga una experiencia mística gracias a la cual podrá conocer
la leyenda. El resto de los dibujos servirán de acompañamiento al texto, y en
ellos el color será uno de los protagonistas, cambiando este junto con el
devenir de la narración y pasando de tranquilos tonos pastel a otros de gran
intensidad (negros, marrones, naranjas, rojos). En fin, se puede decir sin lugar a duda que el trabajo
realizado por la dibujante Aida Cecilia Hernández es el fuerte del libro.
Desgraciadamente, el texto, no me ha resultado tan atractivo como el original. Hacer una narración asequible a todas las edades y que resulte atrayente para todos es extraordinariamente complejo. Y, en
este caso, mi sensación es que el resultado ha quedado un poco descafeinado; sobre todo si lo comparo con el primero. A la leyenda
original no solo se le han cambiado los nombres por unos más propios de esa
cultura guanche, sino que se ha convertido el lenguaje en uno más sencillo y
directo, perdiendo parte de la atmósfera
que ayudaba a crear la sintaxis y el léxico más complejo de la anterior. Se han suprimido algunas partes, se han suavizado otras... Quizás el problema es que, al no ser canaria, no puedo apreciar con tanta precisión como alguien que sí lo sea todo lo que ha ganado el texto. Aunque sí es cierto que ahora lo podrá disfrutar un público más amplio, puesto que la leyenda original puede ser compleja de entender para algunos sectores de la población.
No obstante, dicho lo anterior, tengo
que decir que, cuando los peques de mi casa tengan unos 8 o 10 años me
encantará sentarme con ellos y viajar, a través de esta historia de envidias,
amores, celos y traiciones a esos tiempos donde los guanches poblaban el
menceyato de Adeje y Ancor, digno sucesor del reinado de su padre, fue víctima
de un malvado plan trazado por su hermano y su enamorada. Creo que ellos sabrán apreciarla mejor que yo.
(1) La frase procede del prólogo del libro reseñado.
(1) La frase procede del prólogo del libro reseñado.
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