lunes, 27 de noviembre de 2017

CON LOS BRAZOS ABIERTOS



FICHA TÉCNICA
Título original: À bras ouverts. Año: 2017. Nacionalidad: Francia, Bélgica. Director: Phillippe de Chauveron. Actores: Christian Clavier, Ary Abittan, Elsa Zylberstein, Cyril Lecomte, Nanou García, Oscar Berthe. Guionista: Guy Laurent. Música: Hervé Rakotofiringa. Producción: Camera One, Ouille Productions, Pulsar Productions, SND Films, Nexus Factory, Umedia, M6 Films, Canal+, Cine+, W9, uFund, La Wallonie, Le Tax Shelter du Gouvernement Fédéral de Belgique, Investisseurs Tax Shelter. Género: Comedia. Duración: 92 min. Fecha del estreno: 17/11/2017

SINOPSIS
Un reconocido escritor, Jean-Etienne Fougerole, es un intelectual humanista casado con una rica heredera. Durante un debate en televisión en el que acude a hablar de su nueva novela Brazos abiertos en el que invita a los más necesitados a ir a Francia, su oponente lo desafía a aplicar lo que defiende. Fougerole acepta el reto y esa misma tarde suena su puerta. A partir de ese momento, sus convicciones serán puestas a prueba.

CALIFICACIÓN: 2

CRÍTICA
En este mundo dominado por lo políticamente correcto en el que vivimos, se agradece que alguien se atreva a levantar la voz en contra de ese discurso buenista que presenta a todos los inmigrantes como excepcionales por el mero hecho de haber nacido en otro país, obviando que, como personas que son, su calidad humana puede ser muy diversa.
El personaje de Jean-Etienne Fougerole -un famoso escritor humanista capaz de publicar libros repletos de buenas palabras hacia los extranjeros y, en el fondo, un enorme racista- representa muy bien a esas personas a las que realmente lo que les importa es la fama y la popularidad y que bien podrían entonar la famosa frase de Groucho Marx: "estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros".
Ay, qué película tan necesaria podría haber sido Con los brazos abiertos si su intención hubiera sido plantear un debate y no expandir el nauseabundo discurso del odio y la xenofobia.
Y es que, los espejos deformantes que utiliza muchas veces la comedia se pueden colocar de muchas maneras, pero entre ellas, Phillipe de Chauveron ha escogido la más denigrante para todos, dando como resultado un largometraje que provoca muchas más ganas de vomitar que de reflexionar.
En esta supuesta comedia, el escritor Jean-Etienne Fougerole ha sido invitado a un debate televisivo para presentar su última novela, Brazos abiertos. Su postura es la de dar la bienvenida a los inmigrantes más necesitados, a lo que su oponente responde lanzándole el reto de que los acepte en su casa. Éste asume el desafío con la boca pequeña, pero esa misma tarde se presentan en su casa unos romaníes que acumulan casi todos los defectos que los tópicos suelen atribuirle a esta raza. Bueno, en realidad más, porque a un patriarca machista, iletrado y violento hay que añadir un hijo con algún tipo de retraso mental cuya única ocupación en la vida es destrozar el jardín para cazar los topos que después se comerá la familia.
Pero al galo no le ha salido muy bien la jugada, porque cliché tras cliché, barbaridad tras barbaridad, la película va perdiendo cada vez más comicidad -la poca que podía tener al principio- y generando una mayor indignación en el espectador. El también director de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? se tuvo que dar cuenta de la que se le podía venir encima con esa técnica de despreciar hasta al criado indio, el inmigrante "integrado" de la película, puesto que al final intenta recular un poco; buscando una salida digna para los personajes y tratando de crear un cierto diálogo entre civilizaciones que no hace más que sumar un mayor ridículo a esta cinta.
En fin, que necesitamos debates serios, no estupideces retrógradas que no sirven más que para fastidiar la vida a las personas foráneas que conviven con nosotros sin ningún tipo de problema y para alimentar el discurso de la extrema derecha. Con los brazos abiertos lo único que ha logrado hasta el momento ha sido ponerse en contra a diversas asociaciones vinculadas a las reivindicaciones sociales de la comunidad gitana, irritar a directores comprometidos como Tony Gatlif y ganarse la animadversión de muchos críticos españoles y franceses.




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